El comercio justo y el derecho a la alimentación

La ONG Derecho a la alimentación ha inciado una campaña para crear conciencia de como 'Si no somos parte de la solución, somo parte del problema' .  Con 7 compromisos capitales, podemos hacer que no exista hambre en el mundo.

En su WEB pueden descargar  el folleto informativo y el plegable resumen en el que detalladamente explican cada uno de los 7 compromisos.

1. Compromiso como persona informada.

2. Compromiso como votante.

3. Compromiso como persona ahorradora.

4. Compromiso como persona consumidora de alimentos

5. Compromiso como persona compradora de alimentos

6. Compromiso con el  comercio justo

7. Compromiso como activista solidario/a

'Somos conscientes de que las grandes decisiones y las soluciones al problema del hambre corresponden a los que toman las decisiones políticas y económicas en el ámbito nacional e internacional, pero, ya sea de forma personal o de forma asociada, ¿podemos tomar parte de alguna manera en esta lucha? ¿Podemos hacer algo a nivel personal?.

Es importante que cada quien descubra a qué se siente llamado en el esfuerzo colectivo para promover el derecho humano a la alimentación de todos los seres humanos. Este material quiere colaborar con ese esfuerzo'.

El sexto compromiso y no por ello menos importante es el del Comercio Justo, en el que Olokuti y todos quienes promueven y consumen el Comercio Justo, trabajan con el compromiso de que al estar consumiendo productos de comercio Justo, en otro lugar, pequeños productores pueden desarrollar su producción sin competir con los injustos precios agrícolas internacionales, fijados gracias a los subsidios de los países desarrollados.

Derecho a la alimentación en su dossier lo explica de la siguiente manera:  'La consecuencia ha sido una total dependencia por parte de los países en desarrollo de precios agrícolas internacionales distorsionados por los subsidios de los países desarrollados, afectándoles de manera desproporcionada el alza internacional de los precios de los alimentos.

En este sistema globalizado, las reglas del comercio internacional están beneficiando a unos pocos actores que, gracias a su posición dominante, se llevan el grueso de los beneficios. Solamente cuatro empresas (Cargill, Bunge, ADM y LouisDreyfus) controlan casi tres cuartas partes del comercio mundial de cereales. Otras tres empresas (Nestlé, Danone y Parmalat) monopolizan el mercado de lácteos.

En España, siete empresas –unas españolas y otras multinacionales- controlan el 75% de la distribución de alimentos, cinco son grandes supermercados (Carrefour, El Corte Inglés, Mercadona, Eroski y Alcampo) y dos son centrales de compras que agrupan a supermercados más pequeños para que, conjuntamente, consigan mejores precios (IFA y Euromadi). Y la tendencia es ir hacia un mayor monopolio y concentración empresarial. En Suecia, por ejemplo, tres empresas de supermercados controlan la distribución de alimentos. No solo eso, sino que el futuro es fusionar empresas de todo tipo para controlar toda la cadena de producción de alimentos: empresas de semillas con empresas de fertilizantes y con distribuidores de alimentos.

La concentración alimentaria en manos de unos pocos tiene importantes consecuencias para el productor y para el consumidor, puesto que son esas pocas empresas las que se encargan de determinar el precio para toda la cadena. El resultado es que la diferencia entre el precio en origen y el precio en destino (IPOD) es más elevada. Según ha indicado el sindicato agrario COAG, esta diferencia en el IPOD en España ha ido al alza en los últimos años y ha alcanzado el 500% en algunos productos alimentarios.

Esto genera una creciente desaparición de la población campesina, puesto que las ganancias se quedan en estos intermediarios mientras que los precios que reciben los campesinos apenas compensan los gastos de producción. Y, evidentemente, también afecta al consumidor porque cada vez hay menos canales para acceder a los alimentos.

Uno de los productos en los que la posición dominante de pocas empresas y las prácticas abusivas son más sangrantes es el café. El hecho de que el control internacional del café esté en manos de cinco empresas y de que para este producto, junto al cacao y al azúcar –las tres materias primas alimentarias más rentables-, no haya limitaciones para las inversiones financieras  especulativas en el ámbito de la Unión Europea, permite que se produzcan situaciones muy injustas respecto a los campesinos que los producen, que en muchos casos reciben pagos míseros, frente a las sustanciosas ganancias de las distribuidoras.

Frente a ello, las redes de comercio justo, que ponen una especial atención en estos tres productos, se preocupan de que el productor en origen reciba una remuneración justa por su trabajo.


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